
La II Cumbre de la CELAC se celebrará en La Habana en medio de gran represión
En las últimas horas, ha llegado al paroxismo la campaña propagandística que lleva a cabo el castrismo con motivo de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que deberá celebrarse en La Habana el 28 y 29 de enero. Por supuesto que esa insistencia está justificada, si tenemos en cuenta el arropamiento que ese evento implica para el régimen totalitario de La Habana.
Mientras tanto, la prensa independiente nos informa sobre la intensa represión ejercida por el gobierno castrista contra toda la sociedad. ¡Hasta pordioseros y proxenetas se han visto afectados por el delirio ocasionado por el cónclave! ¡A muchos de los últimos se les advirtió que, mientras durara el magno evento, sus pupilas debían abstenerse de ejercer su antiquísimo oficio!…
En una cuerda un poco más seria, cabe recordar diversos documentos que se han acordado en los marcos de la CELAC. En uno de ellos, que data de hace apenas un año, se reitera que esa Comunidad se asienta, entre otras cosas, en “la protección y promoción de todos los derechos humanos, el Estado de Derecho en los planos nacional e internacional y la democracia”. ¿Puede alguien creer que esas hermosas palabras sean compatibles con el régimen impuesto en Cuba por los hermanos Castro?
Por supuesto que no. Pero los totalitarios suelen salir del paso con gran facilidad. Tenemos la experiencia de las cláusulas sobre libertades y pluralismo adoptadas hace años por la Cumbre Iberoamericana en Viña del Mar. Con respecto a lo allí acordado, las autoridades de La Habana comentan: Los documentos suscritos por Cuba los interpretamos con arreglo a nuestra propia concepción de la democracia. ¡Y asunto resuelto!
El quid de la cuestión radica en que los gobiernos de nuestro entorno cultural, que en su mayoría respetan en lo interno los Derechos Humanos, no sólo admiten en su seno a un régimen que los viola de manera sistemática como el de los Castro, sino que incluso seleccionan a éste para que los presida y acoja sus reuniones, como ahora ocurre con la Cumbre de la CELAC. Su hojita de parra es la supuesta “excepcionalidad de Cuba”.
En el ínterin, nuestras autoridades les hacen un flaco servicio a esos estados democráticos. Esperamos que la prensa mundial y la interna de esos países reporten la feroz represión desatada en la Gran Antilla; en ese caso, los gobiernos correspondientes confrontarán determinadas dificultades. ¡Les está bien empleado, por haberse prestado a patrocinar al único régimen totalitario de Occidente!
Al propio tiempo, en el contexto de la Cumbre, voceros castristas han recordado las palabras pronunciadas por el General-Presidente en Sudáfrica: “El diálogo y la cooperación son el camino para la solución de las diferencias y la convivencia civilizada de quienes piensan distinto”. Los acontecimientos demuestran que esto se proclama —y se aplica— en las relaciones entre los estados, no para las que existen entre el régimen totalitario y sus súbditos.
Mientras tanto, el viceministro de Relaciones Exteriores, Abelardo Moreno, señaló a Granma un supuesto nuevo aspecto importante de la Cumbre de La Habana: “Creemos que otro aporte es la proclamación de América Latina y el Caribe como una Zona de Paz. Esta es una propuesta que esperamos sea aprobada durante la II Cumbre por los 33 países miembros”.
¡Lo que son las cosas! ¡Y yo que creía que la CELAC ya había resuelto esto en la Declaración de Santiago, acordada en Chile hace un año! Su Punto 14 establece: “Nos comprometemos a que el clima de paz que prevalece en América Latina y el Caribe se afiance y en toda nuestra región se consolide una Zona de Paz, en la cual las diferencias entre las naciones se resuelvan de forma pacífica por la vía del diálogo y la negociación u otras formas de solución, y en plena consonancia con el Derecho Internacional”.
Por su parte, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, en conferencia de prensa, afirmó que en Cuba no es menester realizar una cumbre de los pueblos, como las que generalmente se celebran en otras latitudes en ocasiones similares. Para ello se funda en que, según él dice, las delegaciones reunidas en La Habana representarán tanto a los gobiernos como a las masas populares.
El ministro no aclaró qué principios de la alquimia bolchevique aplicó para que ahora suceda esto último. Sorprendentemente, si los funcionarios y burócratas latinoamericanos y caribeños se reúnen en —digamos— Santiago de Chile, no representan a sus pueblos, ¡pero sí lo hacen cuando el encuentro es en La Habana!
La Habana, 27 de enero de 2014
René Gómez Manzano
Abogado y periodista independiente